lunes, 6 de agosto de 2012

Día 9: 30 de Julio, Xiàhé: Monasterio de Labrang

Hoy nos hemos levantado temprano con la intención de ir al monasterio de Labrang a primera hora cuando los monjes están más activos pero al ver que la lluvia continuaba nos hemos tomado las cosas con calma para ver si dejaba de llover.

Hemos desayuno tranquilamente unas tostadas con café italiano en el Snowed Montain Café y sobre las 9 nos hemos dirigido a la entrada del monasterio a comprar las entradas (40 Y cada uno). Al llegar nos encontramos la entrada llena de autobuses de turistas chinos que no paran de hacerse fotos en todos los rincones del recinto y de romper el silencio del lugar y su misticismo con sus gritos porque si nos quejamos de que en España somos escandalosos, los chinos nos ganan con creces.

Al comprar las entradas nos informan que a las 10:30 hay un tour guiado por un monje que habla inglés y además es la única manera de acceder a ciertos edificios por dentro, así que nos dedicamos a recorrer los edificios por fuera y hacer algunas fotos porque ha dejado de llover.

El monasterio de Labrang forma parte de los 6 monasterios tibetanos más importantes de la orden Gelugpa (o de gorro amarillo) al igual que el monasterio de Kumbum que vimos en Xining. Este monasterio fue fundado en 1709 por Ngagong Tsunde, primera generación jamyang (o budas vivientes, tercero en importancia después de los dalai lama y panchen). En el momento de máximo esplendor albergó a casi 4000 monjes, pero su número disminuyó considerablemente durante la Revolución Cultural. Actualmente cuenta con 1800 monjes y además de las capillas, residencias, salas de techo dorado del templo y dependencias de los monjes cuenta con 6 tratsang (colegios o institutuos monásticos) donde se estudia budismo esotérico, teología, medicina, astrología y derecho. Con todo esto el monasterio de Labrang es un complejo enorme que hace que sea de los más importantes de China y la energía espiritual que emana de él sólo se ve igualada por la profunda veneración que acompaña el interminable flujo de peregrinos tibetanos.


Sobre las 10:30 aparece el monje que nos va a hacer la visita por las diferentes zonas del monasterio y muy amablemente nos va mostrando el instituto de Medicina, el templo de Manjushri, el templo dorado (Serkung), el museo de reliquias y de esculturas de mantequilla de yak y sobre las 11:30 nos lleva a la sala del Gran Sutra, que es la sala de oración donde cientos de monjes van entrando, sentándose y rezando sus oraciones mientras otros tocan diferentes instrumentos, entre otros un tambor tibetano enorme.





Una pena que no dejen hacer ninguna foto en el interior de los edificios porque realmente son preciosos y el ambiente místico que se respira en su interior es difícil de transmitir en una narración. Tras explicarnos parte del ritual que se estaba llevando a cabo en esta gran sala el monje se despidió de nosotros y dio por finalizado el tour. Nosotros nos mantuvimos una media hora más alrededor de esta gran sala intentando observar las diferentes actividades que hacen los cientos de monjes que estaban reunidos dentro: rezar, tomar té de mantequilla de yak, cantar, recoger ofrendas y dinero, bendecir oraciones y peregrinos…No vamos a poder mostrar ninguna foto porque eran muy severos con este tema y a la mínima que se percataban que intentabas disparar la cámara aunque fuera desde fuera del edificio, se acercaban enfadados y te reñían, a veces de forma excesivamente severa, os lo digo por experiencia propia. En fin hay que respetar a los monjes, ya que estamos en su casa y éste es un lugar sagrado.

Con todo esto sí podemos aseguraros que es un lugar especial que merece mucho la pena visitarlo y más que los propios edificios, templos y capillas (que son preciosos) es el propio ambiente que envuelve a este complejo y a los cientos de peregrinos que llegan aquí todos los días a recorrer la Kora (camino del peregrino) que rodea el monasterio.


Tras la visita al monasterio volvemos de nuevo a la calle principal de Xiàhé para comer de nuevo en el Nomad Restaurant y está vez pedimos un plato especial de cordero en tiras guisado en piedras caliente junto con varios platos de verdura y nos vamos a descansar al hotel y esperar que deje de llover de nuevo.


Sobre las 17:00 había dejado de llover y decidimos ir a recorrer la Kora completa, ya que el día anterior sólo hicimos un trozo. Todo el recorrido son 3 Km. y se recorre en el sentido de las agujas del reloj, el recorrido bordea el monasterio y está lleno de ruedas de oración que los peregrinos van girando conforme andan y rezan. También hay pequeñas habitaciones con una rueda de oración gigante que al girarla hace sonar unas campanillas, que junto las oraciones de los peregrinos y el chirriante ruido de las ruedas de oración es lo único que se oye mientras recorres la Kora.


Empezamos la Kora haciendo girar las ruedas al igual que los peregrinos tibetanos pero tras unas 200 ruedas decidimos que sólo lo haríamos andando porque nos adelantaban continuamente y no queríamos ser un estorbo para los peregrinos. Durante el recorrido fuimos haciéndo fotos y visitando alguno de los edificios del monasterio del lado oeste que no habíamos visto por la mañana. Y al llegar a mitad del recorrido, al antiguo poblado tibetano, abandonamos la kora y cruzamos el puente hacia la montaña para subir hasta la terraza de exposición del Thangka que está en la ladera de enfrente del monasterio. Desde aquí se puede observar la gran amplitud de este recinto e incluso parte de la ciudad de Xiàhé. Y tras disfrutar de las vistas y descansar del esfuerzo realizado para llegar hasta allí (no olvidemos que estamos a 2920 m.) bajamos la ladera y recuperamos el sendero de la Kora para terminar el lado este del monasterio, esta vez acompañados parte del camino por dos chicos jóvenes que querían practicar inglés con nosotros.


Este paseo es muy agradable, no sólo por las vistas al monasterio y las montañas que se obtienen sino por la cantidad de peregrinos de diferentes procedencias y grupos étnicos que te puedes encontrar y que en alguna ocasión, incluso interaccionan con nosotros con una sonrisa, alguna frase en tibetano, mostrandonos cómo debemos hacer girar las ruedas, dejándonos hacer alguna foto o incluso bromeando con nosotros. Así que pasamos unas dos horas muy agradables y tras la caminata volvemos al hotel para asearnos y prepararnos para ir a cenar esta vez algo rápido en el Nomad Restaurant.

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