viernes, 31 de agosto de 2012

Día 18: 8 de agosto, visita a Shāxī y Shībaoshān.

Hoy tenemos reservado un coche para todo el día, empezando por la pequeña localidad de Shāxī y terminando en el estanque del Dragón Negro en Lijiang. A las 7:00 de la mañana nos estaba esperando Liu con su coche para llevarnos a Shāxī , que se encuentra a tres horas de Shùhé. El coche es un monovolumen amplio y cómodo que se agradece dadas las condiciones de las carreteras chinas. El trayecto se nos hace ameno viendo el paisaje y los pueblecitos de montaña que encontramos por el camino.

A las 9:30 llegamos a Shāxī, media hora antes de lo previsto. Al salir tan temprano pudimos evitar el tráfico. Tras unos minutos caminando por la calle principal del pueblo, preguntamos a unos locales y encontramos la calle peatonal que baja a la parte antigua del pueblo y empezamos la visita a este pintoresco pueblo de la ruta del té y los caballos y es uno de los tres oasis de las caravanas de esta ruta que quedan en la actualidad y el único que conserva su mercado que se celebra los viernes y que hoy no podremos ver. A esta hora no se ve mucha actividad en la parte antigua del pueblo así que, decidimos parar a tomar un café y de paso desayunar en condiciones porque sólo habíamos tomado unas galletas durante el trayecto en coche.


Se nota que aquí la vida discurre a otra velocidad y que, como en la mayoría de las zonas rurales de todo el mundo, la gente se toma la vida de forma tranquila. Shāxī aún no está incluída en la mayoría de rutas turísticas chinas así que pudimos ver a muy pocos turistas por el pueblo y los lugareños nos recibieron con amabilidad invitándonos a participar de sus actividades cotidianas: pudimos observar como daban la clase de inglés a los niños, como tejían y cosían zapatos e incluso nos invitaron a visitar una de las casas más grandes de esta zona antigua que había sido restaurada y se alquilaban habitaciones muy bonitas.


Las casas son en su mayoría de adobe y madera, recordándonos a un pueblecito medieval con sus calles adoquinadas y sus puertas de entrada a la ciudad.




En el exterior del pueblo encontramos un bonito puente que daba paso a las caravanas de caballos al pueblo y que se encuentra en muy buen estado.


Nos pasamos el resto de la mañana paseando por las calles de Shāxī y disfrutando del agradable ambiente de esta pequeña localidad. Paseando encontramos el “club social” del pueblo donde nos invitaron a entrar y ver las actividades que los ancianos estaban realizando. Las mujeres preparaban ofrendas mientras que los hombres jugaban a una especie de domino chino, al que quisieron que nos apuntáramos, pero nos limitamos a observar. La gente aquí nos recibe muy bien y no les importa que tomemos algunas fotos. Seguimos paseando por las calles hasta que se hizo la hora de comer, y tras buscar un pequeño restaurante que habiamos visto por la mañana, nos sentamos a comer.




El restaurante era realmente pequeño y además sin carta así que después de sentarnos en la parte de arriba, nos toco bajar a señalar los alimentos que queríamos en la despensa y ellos se encargaban de cocinarlos cada uno de una manera. Elegimos unas setas, un poco de panceta de cerdo, unas berenjenas y unos calabacines con huevo que al final resultaron ser pepinos con huevo. Todo estaba riquísimo y fresco y la verdad es que lo mejor fue el precio, 11€ los dos. Después de comer volvimos al parking donde nos esperaba Liu en el coche.


Antes de llegar a Shāxī por la carretera vimos el desvío a Shībaoshān, lugar famoso por sus grutas y templos, así que le preguntamos a Liu si nos podía acercar y así aprovechar el viaje. Liu nos dijo que sí y nos subimos todos camino de nuestro nuevo destino. El desvío está a unos 20 minutos de camino en dirección a Lijiang y después de llegar a la entrada del complejo, hay media hora más en coche hasta donde están los templos. Después de pagar la entrada del complejo de las grutas del Monte del Tesoro de Piedra (100 Y los dos) y tras media hora de curvas por la montaña llegamos al parking donde estaba el sendero que subía a las grutas del templo de la Campana de Piedra (Shizhong) donde se encuentran algunas de las mejores tallas bai del sur de China y que permite hacerse una idea de cómo era la corte de Nanzhao en el s. IX . Aquí hay una serie de grutas con esculturas budistas esculpidas en la roca y protegidas por pequeños templos.


Tras recorrer los 800 metros del sendero llegamos hasta la entrada principal de los templos que parecen colgados de la montaña. Entramos y nos avisan de que no se pueden hacer fotos a las estatuas. Lo que más nos sorprende son unas estrañas formaciones rocosas que rodean el templo que parecen los pequeños moños de la cabeza de buda o también se asemejan a los corales cerebro. Vamos recorriendo varias estancias donde están las tallas esculpidas en la roca hasta llegar a la última capilla donde la roca adopta la forma del órgano sexual femenino. Esta forma tan particular de la roca se venera y las mujeres vienen aquí para hacer ofrendas para potenciar su fertilidad.



Después de visitar el complejo principal bajamos por un sendero de uno 800 metros para cruzar a la montaña de enfrente y así tener una buena vista del conjunto de templos que cuelgan de la montaña. La bajada es bastente empinada y nos hace una idea de lo escarpada que será la subida. Empezamos a subir poco a poco y parando de vez en cuando para coger aire y disfrutar de las vistas.



El último tramo es una escarpada escalera excavada en la roca que llega a la parte alta de la montaña, desde donde se puede ver una magnifica panorámica de los templos y las montañas de Shībaoshān.


Para volver cogimos un sendero que lleva al parking anterior al que Liu nos había dejado, asi que nos toco volver por la carretera hasta donde estaba nuestro coche. El camino de vuelta a Lijiang fue bastante bueno hasta que cogimos un atasco de casi una hora muy cerca de Lijiang. Como se había hecho un poco tarde decidimos volver directamente a Shùhé y dar una vuelta por allí después de cenar. Cuando llegamos al hotel pagamos la excursión a Liu que nos pidió 150 Y más por los km. extras recorridos, ya que la excursión a Shībaoshān no estaba incluida en el presupuesto inicial pero había valido la pena.

Para cenar fuimos a un restaurante koreano que acababa de abrir cerca del hotel pero su barbacoa cocinada en la misma mesa por nosotros mismos, no merece mucha referencia. Después de cenar fuimos a dar una última vuelta por las animadas calles de Shùhé.

sábado, 25 de agosto de 2012

Día 17: 7 de agosto, visita a Bàishā y Lijiang

Nada más levantarnos hemos bajado a desayunar y allí nos estaba esperando Cherry, como siempre con una sonrisa. Mientras desayunábamos se nos ha acercado una de las huéspedes china para preguntarnos en inglés si nos podía ayudar a planificar el día de mañana. Tenemos varias opciones, pero Cherry y la huésped nos aconsejan ir al Monte Nevado del Dragón de Jade (Yulong Xueshan). La excursión sale bastante cara y además no estamos seguros de querer ir a un sitio donde la atracción principal es subir en telesférico hasta 4400m de altura con cientos de turistas chinos. Y sospechamos no debe ser muy bueno subir de golpe a esa altura, ya que en la guía leemos que disponen de botellas de oxigeno arriba para solventar posibles incidentes.

Finalmente le preguntamos el precio de alquilar un coche con chófer para todo el día y acercarnos a la pequeña localidad de Shāxī. Este pintoresco pueblecito fue un importante mercado en una de las rutas del te y los caballos. Y como venimos de las montañas y nos apetece ver otras cosas decidimos contratar la excursión para mañana por 700Y.

Después de desayunar salimos hacia el parking exterior de Shùhé para coger un taxi hasta Báishā. Al principio nos cuesta un poco encontrar uno que nos quiera llevar hasta allí porque esta muy cerca, pero finalmente conseguimos un coche compartido. En apenas 10 minutos estamos en el casco antiguo de Báishā.



La estrella de Báishā es el Dr. Ho Shi Xiu, un herbolario que se hizo famoso cuando el escritor de viajes Bruce Chatwin lo mitifico como el “Doctor taoísta de las montañas del Dragón de Jade de Lijiang” en un relato publicado en 1986 en el New Yorker. Pues bien nosotros paseamos por sus calles, vimos a sus gentes de etnia Naxi, compramos en sus numerosas tiendas y hasta nos tomamos un zumo de unos frutos locales (grab-apple juice) que nunca antes habíamos visto, pero del Dr. Ho ni rastro, aunque para ser sinceros tampoco lo buscamos. Cuando nos íbamos, un grupo de turistas americanos nos preguntó por él, pero no supimos decirle dónde estaba exactamente. Fuimos hasta la salida del pueblo y allí nos encontramos con otros tres turistas chinos que nos dijeron que si íbamos a Lijiang allí mismo paraba el autobús. Todo un alivio porque ya nos veíamos esperando a que llegara un taxi a pleno sol y sin saber si llegaría. Cogimos el autobús por un yuan cada uno y en 15 minutos estábamos en Lijiang.



Lijiang y sus alrededores (incluida Báishā) es territorio del pueblo naxi, integrado por 286.000 individuos, desde hace 1400 años. Los naxi descienden de las tribus tibetanas qiang y hasta hace muy poco formaban familias matriliniales. No es una sociedad totalmente matriarcal porque los jefes locales siempre han sido varones pero mandan las mujeres y mantenían el poder sobre los hombres mediante acuerdos flexibles en las relaciones amorosas. 



Los naxi además, hace más de 1000 años, crearon un lenguaje escrito muy curioso formado por un sistema de pictiogramas y es el único lenjuage jerogrífico que todavía se utiliza en la actualidad.


Lijiang, que parece que esté detenida en el tiempo con sus laberínticas callejuelas empedradas, sus edificios de madera y sus caudalosos canales, recibe unos cinco millones de visitantes al año. Os podeís imaginar como están sus calles de abarrotadas, aunque siempre te puedes perder entre las callejuelas de la ciudad antigua y escapar de las aglomeraciones. Desde 1999 Lijiang es Patrimonio de la Humanidad.





Nosotros llegamos sobre las 12:30 a una de las entradas de la ciudad antigua donde hay dos norias de  madera gigantes y fuimos bajando por una de las arterias principales hasta la Plaza del Mercado Viejo. Como se hacia tarde para comer nos fuimos a buscar el restaurante Ama Yi Naxi Snacks de comida Naxi. Comimos de maravilla y además estábamos casi solos en el restaurante, por lo que éramos la atracción de todas las camareras que querían practicar inglés.





Cuando salimos del restaurante estuvimos dando vueltas por las calles empedradas sin rumbo fijo, alejándonos un poco de la zona más turística y así poder ver como viven las gentes de Lijiang. Visitamos el mercado y nos refugiamos en él cuando un chaparrón nos pilló por sorpresa. En esta parte de la ciudad antigua se nota que la gente esta haciendo sus tareas diarias y no están pendientes de los turistas. Seguimos caminando por las calles y llegamos a un ciber café para dejar que pase la lluvia. Pasamos casi una hora chateando con la familia y tomando un capuchino.




Al caer la tarde fuimos subiendo hacia la parte alta de la ciudad para poder ver otro de los espectáculos que esta ciudad nos ofrece. La visión del atardecer sobre los tejados del casco antiguo de Lijiang con las montañas al fondo es sencillamente una de las más bonitas de China. También subimos a una pagoda que hay en lo alto de la colina para poder disfrutar de las vistas.




Bajamos para volver a la zona de la plaza del mercado viejo y mezclarnos con las masas de turistas para poder sacar dinero en un cajero, que con tanta compra ya no nos quedaba dinero para cenar y volver al hotel. Pero claro con tanta gente sacando dinero los cajeros llegan a quedarse sin dinero y nos costó un poco conseguir la pasta.


Cuando ya teníamos el dinero nos fuimos a buscar el restaurante Lamu’s House of Tibet recomendado en la Lonely Planet y que nos sirvió de refugio de nuevo para la lluvia, ya que nada más sentarnos empezó a llover de manera torrencial. Una vez sentados en la parte de arriba nos pedimos un par de hamburguesas Naxi (con carne de yak) y unas cervezas. Después de cenar volvimos a Shùhé en taxi pero como eran más de las nueve de la noche, los coches no podían circular por las callejuelas de Shùhé y el taxi nos dejó en el parking exterior. Nos llevó unos 20 minutos situarnos y encontrar nuestro hotel y por el camino recogimos a una pareja francesa que iba buscando un hostal pero no tenían la dirección y nadie les sabía decir dónde estaba. Decidimos que vinieran a nuestro hotel y preguntarle a Cherry que muy amablemente hizo unas llamadas y consiguió que viniera alguién del hostal a recogerlos y mientras tanto nos invitó a todos a un té Pu-erh de Yunnan, todo un encanto de chica!!

lunes, 20 de agosto de 2012

Día 16: 6 de agosto, Jiuzhàigōu – Lijiang (Yunnan)

Hoy empezamos el día prontito por la mañana ya que, tenemos que llegar al aeropuerto antes de las 7:30. Como nuestro alojamiento está a más de una hora del aeropuerto, salimos a las 6:30, y nos llevamos el desayuno para el camino. El taxista parece buen conductor y la carretera está bastante despejada a esas horas, pero nada más salir nos cruzamos con otro taxista que al parecer es amigo del nuestro y a partir de ahí se dedican a correr para ver quién llega antes al aeropuerto. Aparte de correr, también vale obstaculizarse a la hora de adelantar, así que lo que parecía un viaje tranquilo se convierte en una carrera de los autos locos. Por fin, llegamos al aeropuerto sanos y salvos pero, con el honor herido por haber perdido la carrera en un último adelantamiento triple con curva peligrosa incluida. Bueno lo importante es llegar y visto lo visto, el conductor ha cumplido su cometido.

Hoy dejamos la provincia de Sichuan, donde hemos estado desde que llegamos a Langmusi y nos dirigimos a Lijiang en la provincia de Yunnan. Esta provincia hace frontera con el Tíbet actual y con Birmania, Laos y Camboya, por lo que presenta una variedad de gentes y paisajes enorme. Más de la mitad de las minorías étnicas de China viven en Yunnan y eso junto con sus espectaculares paisajes es lo que nos ha atraido para venir. En esta ocasión sólo visitaremos el norte de la provincia (Lijiang y Dali) o sea la zona más próxima al Tíbet. Para volar a Lijiang haremos escala en Chongqing puesto que no hay vuelo directo desde Jiuzhàigou.

El avión sale con 20 minutos de retraso pero llegamos a Chongqing a tiempo. El, siguiente vuelo entre Chongqing y Lijiang se retrasa más de una hora, por lo que pasamos el rato dando vueltas por el aeropuerto. Finalmente, salimos hacia Lijiang con la esperanza de que la persona que nos tenía que recoger en el aeropuerto para llevarnos al hotel siga allí cuando lleguemos. Nuestro hotel, Huifeng Inn, está a unos 5 km. de Lijiang en la pequeña localidad de Shùhé y por reservar tres noches con ellos nos regalaban el traslado del aeropuerto al hotel. Cuando salimos de recoger las maletas, un chico que llevaba un cartelito con nuestro nombre estaba esperando, afortunadamente para nosotros. En media hora estábamos llegando al pueblo de Shùhé y a sus adoquinadas callejuelas. El conductor muy amable nos acompaña hasta el hotel desde el parking (porque parte de las calles son sólo peatonales) y allí nos recibe Cherry con una esplendida sonrisa. Cherry se ha encargado de gestionar nuestra reserva y tras las presentaciones nos sube a la habitación y nos deja relajarnos mientras ella hace el check in con nuestros pasaportes.



Cuando nos habíamos refrescado y organizado un poco la habitación, bajamos para buscar un restaurante donde comer y cenar todo junto, ya que eran las 18:00 y estábamos casi con el desayuno rápido del taxi y con un tentempié que nos dieron en el avión. Cherry muy amablemente nos preguntó que tipo de comida queríamos y cuando le dijimos que comida local, nos dijo que la siguiéramos.

Ella se encargó de llevarnos al restaurante y de traducirnos la carta para que pudiéramos elegir. En los restaurantes locales la carta está sólo en chino y resulta difícil pedir si ningún camarero habla inglés, como era el caso. Pero, gracias a Cherry no tuvimos ningún problema y cenamos estupendamente un pescadito de la zona, bien frito y con salsa de cacahuetes, mijo y chili (buenísimo!) y unas setas de temporada.



Después de cenar fuimos al hotel para organizar el día siguiente y reposar un poco la comida porque estábamos llenos. Estuvimos hablando con Cherry sobre las diferentes opciones para visitar la zona y al final decidimos que mañana iríamos a Lijiang pasando antes por un pequeño pueblecito llamado Báisha a tan solo 4 km de Shùhé.

Al caer la noche fuimos a pasear por el pueblo y perdernos por sus empedradas calles llenas de canales y casitas de piedra y madera. Este pueblo fue antigua parada de la Ruta del Té y los Caballos que unía el suroeste de China con la India y que se utilizó desde el siglo VII hasta la Segunda Guerra Mundial. 



El ambiente nocturno en Shùhé es más tranquilo que en Lijiang pero, aún así, no nos libramos de las tiendecitas y las luces de los restaurantes y pubs que iluminan sus calles y nos invitan a entrar para escuchar música en vivo y tomar unas cervezas. Nosotros preferimos perdernos por sus calles y pasar el rato paseando y viendo tiendas hasta que el cansancio nos obliga a retirarnos a dormir.

domingo, 19 de agosto de 2012

Día 15: 5 de agosto, visita al parque Nacional de Jiuzhàigou

Nada más levantarnos a las 6:00 teníamos preparado el desayuno en la planta baja de la casa, un poco de pan tibetano recién hecho, un huevo frito y mucho te. El pan lo podías acompañar de miel y mantequilla de yak, todo casero. Sobre las 6:30 estábamos listos para salir pero, nuestro transporte todavía no había llegado así que, mientras terminábamos de prepararnos y coger el pequeño almuerzo que la señora Amma nos había preparado (un poco de pan con miel y una botella de agua por persona), estuvimos hablando con Noelle, una chica de Malasia que también iba al Parque de Jiuzhàigou con nosotros. Ella repetía visita y nos ayudó bastante a la hora de conseguir las entradas. Finalmente apareció el coche sobre las 7:00 y nos fuimos para el Parque que estaba a 13 km. de la casa.


El Parque de Jiuzhaigou, patrimonio mundial por la Unesco, es una de las atracciones estrella de Sichuan. Cada año 1,5 millones de personas visitan el parque para maravillarse con sus lagos azules, sus caudalosas cascadas y sus árboles verde oscuro con montañas nevadas como telón de fondo. Jiuzhaigou significa “Valle de las Nueve Aldeas” y hace referencia a las nueve aldeas tibetanas de la región. Según la leyenda Jiuzhaigou fue creada cuando un demonio envidioso hizo que a la diosa Wunosemo se le cayera  su espejo mágico, un regalo de su amado, el dios de la guerra Dage. El espejo cayó al suelo y se rompió en 118 resplandecientes lagos color turquesa (según laLonely Planet).


Conforme nos acercábamos a la entrada al parque, intuíamos la cantidad de gente que nos íbamosa encontrar por los autobuses que nos cruzábamos en la carretera. Nada más llegar seguimos las indicaciones de Noelle para llegar a las taquillas, que a esa hora, ya estaban abarrotadas de gente. Nos pusimos a la entrada de una de las taquillas y esperamos a que se abrieran, pero lo  que no sabíamos era lo que iba a pasar en el momento en el que abrieran las puertas. Y lo que paso es que una avalancha de chinos nos empujó hasta casi subirnos al mostrador, provocando momentos de angustia por la impotencia de ser aplastado. Una vez dentro las puertas se volvieron a cerrar y todo volvió a la normalidad, sin apenas daños, salvo un pequeño ataque de nervios. Después de retorcernos entre empujones y algún pequeño codazo conseguimos nuestras entradas (310Y por persona, con el bus incluido) y lo más importante, salir de aquella trampa.

Lo siguiente era entrar en el parque pasando las taquillas y subirse a algún autobús para llegarhasta la parte alta de la montaña (30 minutos de trayecto) y así ir bajando andando por el sendero que bordea los lagos. Esto fue mucho más fácil, ya quelas colas estaban bien organizadas y los autobuses (más de 300 dentro delparque) pasaban con mucha frecuencia. La carretera que sube unos 30 Km hasta elpunto mas alejado de la entrada se bifurca a los 13 Km , pudiendo visitar dos zonas de lagos. Nosotros queríamos empezar  por la parte derecha, bajar andando y subir en autobús hasta los dos últimos lagos de la parte izquierda. El único problema es que cuando subes al autobús no sabes a que zona va, y no te molestes en preguntar porque nadie te dice nada. La suerte estuvo de nuestra parte y el autobús iba a la parte derecha, así que a las 9:00 estábamos arriba.





Tras dar una vuelta por el sendero circular del bosque primario, y comprobar el respeto (nulo) de la mayoría de turistas chinos por el entorno y su tranquilidad. Decidimos bajar por el camino de pasarelas de madera que bordea los lagos y que se puede coger justo donde te deja el autobús a la derecha. Empezamos con el Grass Lake y el Swan Lake, para seguir por el sendero viendo el curso del río con sus pequeños saltos de agua. Luego cogimos un autobús para salvar los más de 9 Km hasta el siguiente lago y desde este punto cogimos el sendero de la parte interna de los lagos y no lo dejamos hasta el Mirror Lake, cerca de la intersección. Pasamos por el Arrow Bambu Lake y su cascada, luego vimos el Panda Lake y al bajar pasamos por al lado de su cascada.  





A estas alturas ya teníamos un poco de hambre y nos comimos el pan y unas chocolatinas que habíamos comprado el día anterior. Hacia un rato que estaba lloviendo, así que paramos un rato a cubierto para descansar y reponer fuerzas. Los lagos son muy bonitos a pesar de estar nublado, el color turquesa y la transparencia de sus aguas hace que te aísles de la gente que te rodea para contemplar sus aguas cristalinas. Nos podemos imaginar como será con la luz del sol reflejando todos esos colores, simplemente espectacular.




Seguimos bajando por el sendero pasando un par de lagos y cascadas más hasta llegar al Mirror Lake, pero como llovía bastante y hacia un poco de frío nos subimos al autobús hasta la intersección de la carretera donde se localizan la mayoría de servicios del parque. Una vez en este punto, nos metimos en un gran edificio que tiene varios restaurantes y tiendas de souvenirs con gran aceptación entre los turistas chinos. Allí nos sentamos a tomar un té y a descansar de toda la mañana andando por el sendero, eran las 3 de la tarde..

Sobre las 16:00 nos levantamos y fuimos a coger el autobús que nos subiría al último lago de la parte izquierda. La idea era ver el Long Lake y el estanque de los cinco colores, además de algún otro si nos daba tiempo. Cuando llegamos arriba nos dimos cuenta de que no nos dejaban mucho tiempo ya que el mismo autobús que nos subía se esperaba para bajarnos y un guarda se encargaba de que no quedara nadie porque estaban cerrando la parte más alejada de la salida. A pesar de todo pudimos ver los dos lagos y sobre todo el segundo, Fice Coloured Pool, que merece la pena por sus preciosos colores.





Sobre las 17:30 empezamos a bajar con el autobús para salir del Parque y a las 18:20 ya estábamos en la puerta de salida. Un día completo y a pesar de ello, no puedes ver todo el Parque, aunque nosotros no teníamos más tiempo lo aconsejable es verlo en dos días. 

Salimos del parque y nos dirigimos a el restaurante tibetano Abu Luzi (propiedad de la familia de nuestra casa rural) pasando por un mercadillo donde había un poco de todo (artesanias, telas, verduras, carne seca, productos locales…), lo curioso es que cuando sales del parque te obligan a pasar por el mercadillo (y así de paso compras!!). Llegamos al restaurante y allí estaba Noelle que esperaba a que llegáramos para que nos trasladaran a la casa rural. Pero nosotros íbamos a cenar en el restaurante tibetano, así que cenamos todos juntos. Después de cenar nos subimos al coche y tras recoger a un chico estadounidense que acababa de llegar en autobús desde Chengdu, nos llevaron a “casa”. Cuando llegamos estuvimos comparando nuestras experiencias por China con el resto de los huéspedes (una pareja danesa con 5 hijos que vivía en Pekín) y después de hacernos unas risas y unas copitas de vino nos fuimos a dormir sobre las 22:30 porque a la mañana siguiente madrugábamos para coger un avión a Lijiang (provincia de Yunnan).