sábado, 25 de agosto de 2012

Día 17: 7 de agosto, visita a Bàishā y Lijiang

Nada más levantarnos hemos bajado a desayunar y allí nos estaba esperando Cherry, como siempre con una sonrisa. Mientras desayunábamos se nos ha acercado una de las huéspedes china para preguntarnos en inglés si nos podía ayudar a planificar el día de mañana. Tenemos varias opciones, pero Cherry y la huésped nos aconsejan ir al Monte Nevado del Dragón de Jade (Yulong Xueshan). La excursión sale bastante cara y además no estamos seguros de querer ir a un sitio donde la atracción principal es subir en telesférico hasta 4400m de altura con cientos de turistas chinos. Y sospechamos no debe ser muy bueno subir de golpe a esa altura, ya que en la guía leemos que disponen de botellas de oxigeno arriba para solventar posibles incidentes.

Finalmente le preguntamos el precio de alquilar un coche con chófer para todo el día y acercarnos a la pequeña localidad de Shāxī. Este pintoresco pueblecito fue un importante mercado en una de las rutas del te y los caballos. Y como venimos de las montañas y nos apetece ver otras cosas decidimos contratar la excursión para mañana por 700Y.

Después de desayunar salimos hacia el parking exterior de Shùhé para coger un taxi hasta Báishā. Al principio nos cuesta un poco encontrar uno que nos quiera llevar hasta allí porque esta muy cerca, pero finalmente conseguimos un coche compartido. En apenas 10 minutos estamos en el casco antiguo de Báishā.



La estrella de Báishā es el Dr. Ho Shi Xiu, un herbolario que se hizo famoso cuando el escritor de viajes Bruce Chatwin lo mitifico como el “Doctor taoísta de las montañas del Dragón de Jade de Lijiang” en un relato publicado en 1986 en el New Yorker. Pues bien nosotros paseamos por sus calles, vimos a sus gentes de etnia Naxi, compramos en sus numerosas tiendas y hasta nos tomamos un zumo de unos frutos locales (grab-apple juice) que nunca antes habíamos visto, pero del Dr. Ho ni rastro, aunque para ser sinceros tampoco lo buscamos. Cuando nos íbamos, un grupo de turistas americanos nos preguntó por él, pero no supimos decirle dónde estaba exactamente. Fuimos hasta la salida del pueblo y allí nos encontramos con otros tres turistas chinos que nos dijeron que si íbamos a Lijiang allí mismo paraba el autobús. Todo un alivio porque ya nos veíamos esperando a que llegara un taxi a pleno sol y sin saber si llegaría. Cogimos el autobús por un yuan cada uno y en 15 minutos estábamos en Lijiang.



Lijiang y sus alrededores (incluida Báishā) es territorio del pueblo naxi, integrado por 286.000 individuos, desde hace 1400 años. Los naxi descienden de las tribus tibetanas qiang y hasta hace muy poco formaban familias matriliniales. No es una sociedad totalmente matriarcal porque los jefes locales siempre han sido varones pero mandan las mujeres y mantenían el poder sobre los hombres mediante acuerdos flexibles en las relaciones amorosas. 



Los naxi además, hace más de 1000 años, crearon un lenguaje escrito muy curioso formado por un sistema de pictiogramas y es el único lenjuage jerogrífico que todavía se utiliza en la actualidad.


Lijiang, que parece que esté detenida en el tiempo con sus laberínticas callejuelas empedradas, sus edificios de madera y sus caudalosos canales, recibe unos cinco millones de visitantes al año. Os podeís imaginar como están sus calles de abarrotadas, aunque siempre te puedes perder entre las callejuelas de la ciudad antigua y escapar de las aglomeraciones. Desde 1999 Lijiang es Patrimonio de la Humanidad.





Nosotros llegamos sobre las 12:30 a una de las entradas de la ciudad antigua donde hay dos norias de  madera gigantes y fuimos bajando por una de las arterias principales hasta la Plaza del Mercado Viejo. Como se hacia tarde para comer nos fuimos a buscar el restaurante Ama Yi Naxi Snacks de comida Naxi. Comimos de maravilla y además estábamos casi solos en el restaurante, por lo que éramos la atracción de todas las camareras que querían practicar inglés.





Cuando salimos del restaurante estuvimos dando vueltas por las calles empedradas sin rumbo fijo, alejándonos un poco de la zona más turística y así poder ver como viven las gentes de Lijiang. Visitamos el mercado y nos refugiamos en él cuando un chaparrón nos pilló por sorpresa. En esta parte de la ciudad antigua se nota que la gente esta haciendo sus tareas diarias y no están pendientes de los turistas. Seguimos caminando por las calles y llegamos a un ciber café para dejar que pase la lluvia. Pasamos casi una hora chateando con la familia y tomando un capuchino.




Al caer la tarde fuimos subiendo hacia la parte alta de la ciudad para poder ver otro de los espectáculos que esta ciudad nos ofrece. La visión del atardecer sobre los tejados del casco antiguo de Lijiang con las montañas al fondo es sencillamente una de las más bonitas de China. También subimos a una pagoda que hay en lo alto de la colina para poder disfrutar de las vistas.




Bajamos para volver a la zona de la plaza del mercado viejo y mezclarnos con las masas de turistas para poder sacar dinero en un cajero, que con tanta compra ya no nos quedaba dinero para cenar y volver al hotel. Pero claro con tanta gente sacando dinero los cajeros llegan a quedarse sin dinero y nos costó un poco conseguir la pasta.


Cuando ya teníamos el dinero nos fuimos a buscar el restaurante Lamu’s House of Tibet recomendado en la Lonely Planet y que nos sirvió de refugio de nuevo para la lluvia, ya que nada más sentarnos empezó a llover de manera torrencial. Una vez sentados en la parte de arriba nos pedimos un par de hamburguesas Naxi (con carne de yak) y unas cervezas. Después de cenar volvimos a Shùhé en taxi pero como eran más de las nueve de la noche, los coches no podían circular por las callejuelas de Shùhé y el taxi nos dejó en el parking exterior. Nos llevó unos 20 minutos situarnos y encontrar nuestro hotel y por el camino recogimos a una pareja francesa que iba buscando un hostal pero no tenían la dirección y nadie les sabía decir dónde estaba. Decidimos que vinieran a nuestro hotel y preguntarle a Cherry que muy amablemente hizo unas llamadas y consiguió que viniera alguién del hostal a recogerlos y mientras tanto nos invitó a todos a un té Pu-erh de Yunnan, todo un encanto de chica!!

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