martes, 31 de julio de 2012

Día 7: 28 de Julio, Tongren (Repkong)

Empieza nuestro segundo día en Tongren, desayunando en la habitación del hotel un zumo y unas tortitas de cereales con miel que ayer compramos en un súper, porque aquí los desayunos en los restaurantes son a base de sopas o fideos y nosotros preferimos algo más occidental y como en el hotel no te ofrecen desayuno ayer compramos algo en el “súper” que tenemos enfrente del hotel.


Parece que el día no ha salido malo, así que primero iremos a la estación a comprar los billetes de mañana para Xiàhé. Nos acercamos andando, ya que está a unos diez minutos del hotel y una vez allí cuando preguntamos para comprar los billetes, la mujer del mostrador nos dice que hasta las 12:00 no podemos comprarlos (cosas de los chinos!!). Así que cogemos un taxi y nos vamos a visitar dos de los templos que están por los alrededores de Tongren, conocidos conjuntamente como Wútún Sì. Están a unos 6 Km. de distancia de la ciudad y el taxi nos cuesta 20 yuanes, aunque el taxista nos quería cobrar 30 Y. Pero después de una pequeña discusión, acepta los 20 Y y se va, para variar se intentan aprovechar del turista pero la opción es hacerles saber que no somos tontos y nos percatamos que intentan timarnos.



La visita al Monasterio Bajo (Xià Sì) es guiada por los monjes (30 Y por persona), que lo único que hacen es abrirte las puertas de los templos, ya que no saben hablar ingles. Por lo menos, nos va diciendo los diferentes dioses que hay en cada sala y nos sonríen continuamente. En este monasterio es donde se enseña a pintar los thangkas, que son un tipo de arte religioso donde hacen representaciones de la vida de buda y que aquí se venera mucho.


En este monasterio están los mejores artistas y budistas de toda China vienen a llevarse los thangkas, incluso reciben importantes encargos desde Lhasa. Curiosamente en este monasterio los monjes nos han dejado hacer fotos en el interior de los templos, incluso en el edificio donde ellos se reúnen y cantan sus oraciones.



Al acabar la visita guiada, paseando alrededor del templo y la fila de estupas blancas, hemos visto a unas mujeres en el patio exterior que estaban preparando una masa de arcilla mezclando barro y algodón y amasándolo a golpes con un palo. Luego hemos visto que en el edificio de enfrente los monjes estaban utilizando esta arcilla para hacer esculturas enormes de dioses budistas y nos han dejado curiosear y ver su trabajo.



Han sido muy amables y algunos han intentado hablar con nosotros chapurreando algo de inglés. Al salir del monasterio hay varias salas de exposiciones de los thangkas para poder comprarlos pero hemos decidido que los precios eran demasiado prohibitivos para nuestro presupuesto, los de tamaño cuartilla rondaban los 800Y (115 €). La verdad es que algunos se ven muy bonitos pero piden demasiado dinero por ellos, aparte de tener que llevarlos todo el viaje contigo, así que otra vez será!

Después, subiendo por la carretera que sale del monasterio de abajo llegamos al Monasterio Alto (Shàng Sì) que es menos espectacular que el de abajo, así que le hemos dado un rodeo para verlo por encima y aprovechando una pequeña furgoneta que pasaba por la carretera hemos vuelto a la ciudad por 4 yuanes, eso sí compartida con otros 6 pasajeros. Y como casi son las 12:00, vamos a comprar los billetes para mañana a la estación de autobuses y esta vez no ha habido problemas y en cinco minutos tenemos nuestros billetes para las 8 de la mañana a Xiàhé.

Sobre las 12:30 nos vamos a buscar un restaurante para comer, como ya lo teníamos localizado y tampoco es que haya muchos por la zona, rápidamente estamos sentados en una mesa redonda y con las cartas en la mano tratando de elegir entre una extensa variedad de platos de comida china fotografiados. Parece fácil pero muchas veces las fotografias engañan y pides pensando que es pato y luego es pollo o cualquier otra cosa. Al principio estamos solos en el restaurante pero pronto llega un autobús lleno de turistas chinos que llenan el restaurante en un abrir y cerrar de ojos. Y de momento nos convertimos en la atracción todos se fijan descaradamente en nuestra mesa hasta que un par de ellos rompe el hielo y se acercan a preguntarnos de donde somos en inglés. Lo que pasa después es que acabamos haciéndonos fotos con todos y uno de ellos nos pide la dirección de mail para mandarnos la foto. También nos da su dirección y todos sus datos, aparte de pedirnos el telefono por si algún día va por España. Estos chinos no pierden la ocasión para hacer negocios y me preguntan en que trabajo por si estoy interesado en algún tipo de relación comercial. Uno de ellos me dice que es un inspector oficial, que por aquí debe ser algo importante. Menos mal que ya habíamos terminado de comer porque en un momento teníamos la mesa rodeada. Pedimos la cuenta y nos despedimos de nuestros nuevos “socios”.


De camino al hotel nos compramos el postre, medio melón amarillo por fuera y naranja por dentro, delicioso (5 Y). Y tras descansar un par de horitas en el hotel y evitar el calor del mediodía, nos decidimos a visitar otro importante monasterio de los alrededores de Tongren, el Gomar Gompa (Guomári Sì). Este precioso monasterio de 400 años recuerda a un pueblo amurallado medieval con sus muros de adobe y su laberinto de callejuelas. En el exterior tiene una colosal chörten (la mayor de Amdo).


Para llegar cogemos un taxi por 20 Y que nos deja enfrente de la gran chörten y la verdad es espectacular. La taquilla de entrada está cerrada y no hay ningún visitante por allí sólo un anciano monje sentado frente a la entrada del complejo que nos indica que visitemos la corten y una vez hecho le pedimos permiso para poder visitar el recinto por dentro y muy amablemente nos da paso y no nos cobra nada.


En su interior encontramos pequeñas callejuelas que albergan las casas de los monjes y de los aldeanos que trabajan las tierras circundantes y varias explanadas donde encontramos un par de templos que visitamos por fuera porque estaban cerradas.



Pero la visita valió la pena porque el lugar es muy tranquilo y nos cruzamos con varios aldeanos, monjes y grupos de niños, con los que jugamos un rato antes de irnos. Les encanta ver las fotos en la cámara digital y no paran de reírse al verse en ella.


Para volver nos paró una furgoneta mientras salíamos a la carretera principal y por 6Y estuvimos de nuevo en Tongren, pero en ese momento empezó a llover torrencialmente y nos refugiamos en un restaurante tomándonos una especie de zumo tropical espumoso que nos sacaron al pedir lo que creíamos que era una cerveza.

Tras la lluvia volvimos al hotel y aprovechamos para conectarnos, actualizar el blog y contactar con la familia mientras en la calle continuaba la lluvia hasta las 8 de la tarde. Luego bajamos a cenar al mismo restaurante de los pinchos de ayer pero, hoy a pesar de ser sábado no había nada de ambiente por las calles seguramente por la continua lluvia. 


Esta vez pedimos algo de verdura, tofu y cordero para cenar y luego nos fuimos a descansar porque al día siguiente nos esperaban 3 - 4 horas de bus a Xiàhé.

lunes, 30 de julio de 2012

Día 6: 27 de Julio, Tongren (Repkong)

Hoy nos levantamos pronto para ir a la estación de autobuses y comprar el billete del autobús a Tongren. Cogemos un taxi nada más salir del hotel (aquí los taxis hay que cazarlos por la calle, así que tuvimos suerte) y en 10 minutos nos plantamos en la estación de autobuses de largo recorrido de Xining. Al llegar todo parece un caos con gente por en medio con sus maletas, otros que no se sabe bien que hacen por allí y como siempre, largas colas frente a las taquillas en las que todo el mundo se te quiere colar. Parece que llevemos un cartel en la frente que diga, pasen, pasen que yo estoy aquí de pie por gusto. La gracia con la que los chinos se saltan las colas es digna de admiración, llegan hablando con el móvil y zas, ya estoy delante y luego con mirar para otro lado pues ya está. Bueno al final, conseguimos sacar el billete, no sin alguna dificultad. Pero conseguir billete no es el único problema, ¿a qué anden tengo que ir?, ¿a qué autobús me tengo que subir? y todo esto con 15 minutos de tiempo. Al final carrera para arriba, carrera para abajo y gracias a las indicaciones que nos van dando llegamos a tiempo de subirnos a nuestro autobús.

Otra cosa muy curiosa es que existe un mercado negro del transporte, por un lado están los que como nosotros compran el billete en la estación y luego, por otro lado, el chófer y su ayudante cuando salimos de la estación se encargan de ir recogiendo a todo el que se cruce en nuestro trayecto. Cobrándoles bajo manga su correspondiente billete, incluso aunque ya no queden asientos libres, sacando unas sillitas de plástico y sentándolos en el pasillo. Por lo menos el trayecto dura lo que pensábamos en un principio porque con tanta parada creíamos que no llegábamos!!. Después de 4 horitas de autobús llegamos a Tongren.

Tongren (Repkong en tibetano) pertenece a la provincia de Qinghai como Xining, y también forma parte de la provincia de Amdo de los antiguos reinos tibetanos. Desde hace siglos los pueblos situados a las afueras de Tongren son célebres por la creación de los mejores thangkas (tipo de arte sagrado tibetano). En el monasterio Wútún Sì todos los monjes son artistas reconocidos que reciben encargos desde Lhasa y se pueden comprar los thangkas directamente del artista, aunque los precios son altos. Los habitantes de Tongren son una mezcla de tibetanos y tûs.


Aquí no tenemos reserva de hotel y como es una ciudad relativamente pequeña y con poco turismo, pues no hay mucha oferta hotelera. Para no tener sorpresas nos dirigimos al que recomienda la guía LP como habitaciones amplias y limpias. Llegamos al hotel Tongren Holiday (238 Y, habitación doble) y lo primero es saber si tienen habitaciones para esos dos días. La chica de recepción no habla nada de ingles y como podemos entre gestos nos hacemos entender sobre el precio y sobre las noches, pero empieza a explicarnos en chino algo que después de un buen rato dedujimos que era esto: primero, que la habitación había que reservarla día a día y segundo, que le pagáramos la habitación más una fianza. Que esto dicho así parece muy fácil pero, cuando no entiendes ni una palabra de lo que te dicen puede ser muy desalentador.

En lo referente al hotel, las habitaciones si que eran amplias pero lo que se dice limpias, podríamos discutirlo ampliamente con los editores de la Lonely Planet. Como no había mucho donde elegir y más vale malo conocido que “ciento volando” o algo así, dejamos nuestras cosas y salimos a buscar un sitio para comer. Finalmente, tras andar toda la calle principal acabamos en el restaurante Rebkong Teahouse de especialidades tibetanas. No comimos mal pero por aquel lugar hacia años que no pasaba el mayordomo de la tele, pero estábamos demasiado hambrientos como para fijarnos en esas cosas (comida, 85 Y).

Después de comer fuimos andando hasta el principal monasterio de la ciudad el Rongwo Gonchen Gompa (Lóngwù Sì, en tibetano).



Es un laberinto de más de 1300 capillas restauradas y residencias de monjes. Aquí residen más de 500 monjes que por la mañana participan en animados debates en los que se baten palmas en el patio de la sala de Bodhisattva Manjusri. Nosotros entramos al monasterio pasadas las 16:30 y estuvimos más de una hora recorriendo las diferentes salas del monasterio, aunque suele cerrar a las 17:30 como ya estábamos dentro nadie nos dijo nada, pero encontramos algunos edificios cerrados. Así que pudimos deambular tranquilamente con la única compañía de los monjes que a esas horas están preparando las ofrendas junto con sus ayudantes que son familias que viven dentro del monasterio.




Cuando nos cansamos de dar vueltas por el recinto bajamos hacia la ciudad por la carretera que sube al monasterio que esta flanqueada de tiendas de productos específicos para los monjes y los peregrinos. Más abajo hay un mercado de frutas, verduras y carnes que estaba muy animado y donde pudimos comprar dos tajadas de sandia muy rica (2Y).



Mientras que bajábamos al hotel vimos que la calle estaba muy animada y la mayoría de los restaurantes habían montado terrazas en la calle y algunos de ellos con barbacoas de carbón y hacían pinchos de todo tipo de carnes y verduras. Por lo que, decidimos que cenaríamos en una de ellas.

Hacia las 20:30 fuimos a cenar a un restaurante con barbacoa muy cercano a nuestro hotel donde elegías tú los pinchos y te los colocabas en un plato y luego ellos te los preparaban, en total cogimos 12 entre verdura y carne (total cena 43 Y, 6,5 €) y al pedir la cerveza en chino me dicen que sólo tienen barriles de 1,5 l, así que ese fue el que pedimos y esa noche entre la cervecita y el cansancio del viaje dormimos de un tirón sin importarnos lo duras que están aquí las camas.

sábado, 28 de julio de 2012

Dia 5: 26 de julio, Xining, visita al monasterio de Kumbum

Nos hemos levantado un poco cansados, ya que las camas aquí casi no tienen colchón y son muy duras. Pero habrá que acostumbrarse porque a partir de ahora todos los hoteles serán estilo chino. Salimos sobre las 8:30 para buscar algo de desayuno que no sea sopa o algunas de esas cosas que comen ellos por la mañana. Al ser una ciudad grande es mas fácil encontrar una pastelería tipo a las que tenemos por España. Así que tras comprar un pastelito salado y uno dulce nos volvemos al hotel para comérnoslo allí.

Finalmente salimos sobre las 10:00 para coger un taxi hasta la parada del bus que va al monasterio de Kunbum. Nada más llegar tres o cuatro individuos empiezan a decir el nombre del monasterio en voz alta, resulta que son coches particulares que te llevan por un precio mayor que el del autobús pero mucho mas cómodo, ya que el trayecto es largo y el autobús va abarrotado de gente. En un abrir y cerrar de ojos estábamos dentro del coche junto con otros dos turistas chinos, camino del monasterio por 30 yuanes los dos.

Ya de camino empieza a llover y conforme nos vamos acercando llueve un poco más. Así que tendremos una visita pasada por agua y además con un poco de frío para hacerla más agradable. Al llegar al monasterio sigue lloviendo, así que decidimos sentarnos a comer en uno de los puestecitos de la entrada al templo, para ver si amaina el temporal. La especialidad de la casa son los pinchitos de pollo a la barbacoa acompañados de unas patatas asadas. Todo muy rico y muy barato, para chuparse los dedos. De postre tienen yogures naturales de leche de Yak, pero ya nos parece demasiado arriesgado para nuestra salud.

Este es nuestro primer monasterio budista, aunque durante el viaje vamos a ver unos cuantos. El monasterio de Kunbum (Taersi, en tibetano) es uno de los mejores exponentes de la secta gelugpa (o de gorro amarillo) del budismo tibetano. Fue construido en 1577 en el lugar de nacimiento de Tsongkhapa, fundador de dicha secta.

Empezamos la visita recorriendo las diferentes salas en las que se pueden ver a los monjes realizando sus tareas diarias, también encontramos peregrinos que recorren los edificios postrados a la entrada. Con la lluvia que no ha parado en toda la visita, se hace un poco màs difícil apreciar lo espectacular del monasterio pero aún así merece la pena la visita.

En total desde que salimos de Xining hasta que volvimos, otra vez en taxi compartido han pasado unas 5 horas. Al volver el taxi nos ha dejado cerca de nuestro hotel en una de las calles comerciales así que hemos aprovechado para hacer alguna compra.

Después de descansar un poco en nuestro hotel hemos salido a dar una vuelta por las animadas calles de Xining y hemos pasado por el mercado de Shuijing Xiang, donde puedes ver la agitada vida de esta ciudad y lo que comen sus gentes. Hay puestos de souvenirs, carne, pescado, comida preparada y puestos callejeros de comida rápida. Toda una experiencia ver como la gente, una vez pasado el shock de ver a un occidental te sonríe y te invita a pasar a su restaurante. La verdad es que casi no hemos visto a ningún otro occidental desde que estamos en Xining, y por cómo nos miran ellos tampoco deben de ver a muchos. Pero lo dicho, que gracias a la amabilidad de esta gente y a pesar de la barrera del idioma nos sentimos muy a gusto en este país.

Más tarde fuimos a buscar un restaurante de comida tibetana para cenar pero después de una buena caminata, en la dirección que se supone que debía estar el restaurante nada de nada. Así que, cogimos un taxi y como la noche anterior habíamos cenado tan bien en el Black Tent, pues a repetir. Y despues de una suculenta cena con yogurt de leche de Yack de postre, a la cama y a descansar que mañana tenemos viajecito en autobús de 4 horas a Tongren (Repkong en tibetano).

Día 4: 25 de julio, Xining, puerta de entrada a la región de Amdo.

Hoy dejamos Shanghai para adentrarnos en la provincia de Qinghai al noroeste de la meseta tibetana, de hecho los tibetanos no la consideran parte de China sino de Amdo una de las tres provincias tradicionales del antiguo Tibet. La ruta de la seda atravesaba la actual provincia de Qinghai y estas tierras han estado bajo el dominio chino, tibetano, del imperio yuan al frente del cual se hallaba Gengis Kan y supuso una migración de los “tus” hacia esta zona y más tarde bajo el dominio de los musulmanes salar. Por lo que en esta provincia existe una amalgama de gentes con diferentes raíces que comparten territorio y enriquecen la cultura “china” a día de hoy.

Nuestra puerta de entrada a la región de Ando será por la ciudad de Xining a 2275 m de altitud y con una población de 2 millones de habitantes. Sobre las 9 de la mañana dejamos el hotel en un taxi en dirección a la estación del tren Maglev, tren de inducción magnética que alcanza los 400 Km/hora y que te lleva al aeropuerto en 8 minutos. Esta vez tuvimos suerte y alcanzó los 430 Km/hora y la verdad es que acojona un poco. Sobre las 10:00 estábamos delante de las largas colas de China Eastern Airlines para facturar y tras 40 minutos de cola lo conseguimos. El vuelo salió con media hora de retraso pero llegó en hora a Xining y a las 3 de la tarde estábamos recogiendo las maletas en el aeropuerto de Xining y planteándonos la manera de llegar a Xining, ya que está a 30 Km de distancia. Nos decidimos por el autobús porque la taquilla de los tickets está al lado de la salida y parece fácil, le enseñamos la palabra Xining escrita en chino y nos dan dos billetes (42 Y) para el autobús que esta aparcado fuera. Al llegar al autobús el conductor nos recoge las maletas y las coloca en el portamaletas y nos pregunta donde queremos bajarnos (todo en chino claro porque aquí nadie habla inglés), le muestro la dirección del hotel y me escribe en un papel dónde debemos bajarnos, el problema es que también está en chino. Bueno, al final con la ayuda de una chica china que chapurreaba inglés y tras varios intentos de bajarnos y que el conductor nos indicara que aún no, finalmente llegamos a nuestra parada. Se suponía que desde aquí era fácil porque cogíamos un taxi al hotel, pero todos los que nos paraba al ver la dirección arrancaban y punto. Un poco más tarde descubrimos porqué se iban, el hotel estaba a 4 manzanas de donde nos paró el autobús, es decir demasiado cerca para un taxi pero demasiado lejos para ir cargados con las maletas. Al final llegamos al hotel tras una hora de andar para arriba y para abajo y conseguir indicaciones de personas muy amables que intentaban ayudarnos en chino y acababan liándonos más. Fue un policía muy amable quién finalmente nos llevo por varias calles hasta dejarnos delante de nuestro hotel y menos mal!! Porque si no aún estamos dando vueltas…

En nuestro hotel (Qinghai Travel International Youth Hostel) que más bien era un albergue tuvimos más de lo mismo, todo el mundo hablaba en chino a pesar de que al reservar por internet la gente en los comentarios decía que hablaban inglés y por eso lo escogimos. La solución, llamaban a algún huésped chino que hablara inglés y nos hiciera de interprete y gracias a eso hacia las 7 de la tarde conseguimos entrar en nuestra habitación que no era la misma que habíamos reservado pero a esas alturas del día ya nos daba todo igual.

Para rematar el día y quedarnos con buen sabor de boca después de todas las dificultades de idioma, decidimos ir a cenar al restaurante tibetano Black Tent situado a dos manzanas del hotel, donde pudimos degustar la gastronomía tibetana y relajarnos
tras la odisea de la llegada a Xining. Esperemos que mañana las cosas salgan mejor!!

Dia 3: 24 de Julio, Shanghai: Excursion a Shuzhou.


A las 6:30 sonaba el despertador para aprovechar el día y poder estar lo más pronto posible en la estación de trenes de Shanghai y así llegar a Shuzhou antes que la mayoría de turistas que llegan en autobús sobre las 12:00 de la mañana. Después de desayunar salimos del hotel dirección a la parada del metro de jardines de Yuyuan. Tras cinco paradas, un trasbordo y esquivar a cientos de chinos que a esa hora van a trabajar, llegamos a la estación de trenes de Shanghai. Cuando estamos en la cola para sacar los billetes nos damos cuenta de que a los que tenemos delante para sacar billetes les piden identificación o en caso de ser extranjero el pasaporte que por supuesto no llevamos encima. Aún así esperamos a que nos toque y lo intentamos comprar pero a la hora de pagar suena la palabra maldita “passport”, le decimos que no y entonces la señora reacciona como todos los chinos cuando les rompes los esquemas, se quedan bloqueados y mueven las manos diciendo que no entienden, así que sólo nos queda salir de la cola y volver al hotel a por los dichosos pasaportes. Así que ya sabeis, si queréis comprar un billete de tren en China se necesita el pasaporte.

Tras perder casi una hora entre ir y venir del hotel esta vez en taxi, por fin compramos los billetes y tomamos el tren de las 11:00. El trayecto dura media hora y el tren es muy cómodo. A la llegada a Suzhou nos esperaban los cazaturistas que intentan venderte un tour por los jardines a toda costa. Tras esquivarlos fuimos a la parada de taxi y sorpresa, una cola enorme!! aquí hay tanta gente que para todo se forman unas colas de espanto, menos mal que una oleada de taxis liquidaron la cola en apenas 20 min.

Una vez en el taxi le dijimos el nombre de uno de los jardines que queriamos ver y el conductor nos entendió a la primera, cosa bastante difícil aquí en China, ya que el mayor problema que estamos teniendo es hacernos entender.

Suzhou fue fundada hace 2500 años y es una de las ciudades más antiguas de la cuenca del Yangtze. Tras finalizarse la construcción del gran canal durante la dinastia Sui, la población empezó a prosperar como centro de transportes y almacenamiento de cereales y se lleno de comerciantes y artesanos.

En el siglo XIV se había convertido en la principal productora de seda del país. Aristrocatas, hedonistas, eruditos, actores y pintores se trasladaron a ella y construyeron villas y jardines. Su imagen de “ciudad jardín” o de “Venecia de Oriente” proviene de una combinación medieval de gremios de grabadores de madera y asociaciones de bordadores, casas encaladas, calles adoquinadas y avenidas flanqueadas por árboles y canales.

El primer jardín que visitamos es el del Maestro de las Redes, que es uno de los mas bellos y pequeños por lo que se hace muy fácil visitarlo y además sin gente porque hemos llegado a la 13:00 y los turistas chinos están comiendo.




Al salir cogimos un taxi para ver otro de los jardines antes de comer, el Jardín de la Armonía. También nos ha gustado mucho, todos estos jardines son privados y la mayoría eran de comerciantes que se instalaron en Suzhou en el apogeo de la ciudad como importante puerto en la ruta de la seda.


Para comer hemos buscado un restaurante que recomendaba la guía LP y que nos pillaba cerca, pero salvo por la presentación del pescado la comida no era para tirar cohetes. Al salir del restaurante con el aire acondicionado a tope, nos hemos encontrado con más de 35º, así que a refrescarse otra vez con un café bien frío.


Después de reposar la comida subimos paseando por una avenida flanqueada por uno de los numerosos canales que aún quedan en esta ciudad, hasta llegar a la altura del último de los jardines que vamos a visitar.


El Jardín del ”Administrador Humilde”, para nosotros el más bonito de los que hemos visitado. Está declarado patrimonio de la humanidad por la Unesco. Se trata de una combinación de edificios, rocas, árboles y estanques repletos de lotos que reflejan el gusto de los chinos por el equilibrio y la armonía.




Al salir de este jardín nos esperaba un agradable paseo en barca por los canales, nada mejor para terminar la visita a la Venecia de Oriente. El barquero nos ha deleitado con su amplio repertorio de canciones chinas, aunque con la primera tuvimos suficiente. Pero cualquiera le hacia entender que aquello no era lo suyo y como no queriamos ser groseros aguantamos todas y cada una de sus canciones.



Tras el paseo en barca cogimos un taxi a la estación y volvimos sin problemas a Shanghai y tras una reparadora ducha bajamos a cenar al restaurante Lost Heaven, que está muy cerca del hotel y dan de cenar tarde porque eran las 9:30 y otros restaurantes ya estaban cerrando.

Después de cenar fuimos al paseo elevado del Bund para hacer algunas fotos de los edificios iluminados de la orilla de Pudong, pero a las 23:00 los apagan, y sólo nos dio tiempo a hacer un par de fotos. Que chasco!! Bueno, ya tenemos excusa para volver!!

miércoles, 25 de julio de 2012

Día 2: 23 julio, Shanghai (2ª parte)

Tras refrescarnos visitamos los jardines de Yùyuan (entradas 60 Y) que fueron creados por la familia Pan en 1559 y que son un ejemplo del diseño Ming. Los jardines, junto con los estanques y los edificios que conforman todo el complejo son preciosos y nos llevan algo más de una hora visitarlos con calma.



Al terminar la visita, cruzamos el puente en zig-zag y justo enfrente hay un restaurante pequeño de “dumplings” muy famoso en Shanghai (Nanxiang Steamed Bun Restaurant) y donde se hacen largas colas para comprar los damplings en el escaparate que da a la calle. Nosotros preferimos hacer la versión sentada y con aire acoindicionado y subimos al primer piso donde puedes degustar estas bolas rellenas de carne de cangrejo y cocinadas al vapor en una cesta de bambú servidas con salsa de soja.


Tras la comida visitamos el templo taoísta del Dios de la Ciudad (entradas 20 Y) y recorremos un circuito circular por diferentes calles de este casco antiguo que nos permite descubrir que aunque estemos en el centro de una gran ciudad hay gente que sigue viviendo tradicionalmente como si estuviera en un pequeño pueblo, vemos puestos de verduras y comida en la calle, ancianos durmiendo la siesta en cómodas sillas enfrente a sus casas…


Durante este recorrido pasamos por un mercado de peces, pájaros y flores donde pudimos ver todo tipo de animales de compañía, incluidos los grillos, los cuales crían y miman con especial cuidado los chinos. Nos sorprendió mucho porque no entiendo como les puede gustar ese chirriante sonido que hace un grillo metido en una bonita jaula de madera, pero es parte de su cultura. Después también atravesamos un mercado de antigüedades para finalizar el circuito de nuevo en el bazar de Yùyuán.


Tras el paseo de algo más de 3 Km nos fuimos al hotel a descansar un poco y refrescarnos mientras esperábamos la hora del atardecer para poder pasear y fotografiar el skyline que perfilan los enormes rascacielos del barrio de Pudong y que pudimos observar desde el paseo elevado de el Bund que bordea el río Huángpu. 



Después de anochecer cruzamos al otro lado del río Huángpu para poder ver de cerca estos rascacielos y la famosa Torre Perla de Oriente, símbolo de la ciudad de Shanghai. Para cruzar utilizamos el túnel panorámico del Bun (120 Y), donde atraviesas el río por un túnel iluminado con animados leds en una cabina. La verdad es que fue decepcionante porque esperábamos un espectáculo de luces en el túnel y no fue así, pero bueno es una buena forma de pasar al otro lado porque al ser un río navegable muy transitado no hay puentes sobre él. Desde la orilla de Pudong pudimos ver la panorámica del Bund iluminado que también es impresionante con sus edificios coloniales.


Y puesto que se acercaba la hora de ir a cenar al restaurante de que habíamos reservado la noche anterior, volvimos a cruzar el rio y nos dirigimos a la parada de metro de East Nanjing Road para trasladarnos hasta el restaurante Jishi Jiulou de cocina típica de Shanghai donde pudimos probar unas gambitas marinadas al vino, un plato de anguilas, otro de cerdo braseado con salsa marrón y un plato de verduras con apio y bulbo de nenúfares con 4 cervezas por 275 Y(37 €). Estaba todo muy bueno, de aquí volvimos al hotel y a descansar que al día siguiente madrugábamos para ir a Suzhou.