lunes, 30 de julio de 2012

Día 6: 27 de Julio, Tongren (Repkong)

Hoy nos levantamos pronto para ir a la estación de autobuses y comprar el billete del autobús a Tongren. Cogemos un taxi nada más salir del hotel (aquí los taxis hay que cazarlos por la calle, así que tuvimos suerte) y en 10 minutos nos plantamos en la estación de autobuses de largo recorrido de Xining. Al llegar todo parece un caos con gente por en medio con sus maletas, otros que no se sabe bien que hacen por allí y como siempre, largas colas frente a las taquillas en las que todo el mundo se te quiere colar. Parece que llevemos un cartel en la frente que diga, pasen, pasen que yo estoy aquí de pie por gusto. La gracia con la que los chinos se saltan las colas es digna de admiración, llegan hablando con el móvil y zas, ya estoy delante y luego con mirar para otro lado pues ya está. Bueno al final, conseguimos sacar el billete, no sin alguna dificultad. Pero conseguir billete no es el único problema, ¿a qué anden tengo que ir?, ¿a qué autobús me tengo que subir? y todo esto con 15 minutos de tiempo. Al final carrera para arriba, carrera para abajo y gracias a las indicaciones que nos van dando llegamos a tiempo de subirnos a nuestro autobús.

Otra cosa muy curiosa es que existe un mercado negro del transporte, por un lado están los que como nosotros compran el billete en la estación y luego, por otro lado, el chófer y su ayudante cuando salimos de la estación se encargan de ir recogiendo a todo el que se cruce en nuestro trayecto. Cobrándoles bajo manga su correspondiente billete, incluso aunque ya no queden asientos libres, sacando unas sillitas de plástico y sentándolos en el pasillo. Por lo menos el trayecto dura lo que pensábamos en un principio porque con tanta parada creíamos que no llegábamos!!. Después de 4 horitas de autobús llegamos a Tongren.

Tongren (Repkong en tibetano) pertenece a la provincia de Qinghai como Xining, y también forma parte de la provincia de Amdo de los antiguos reinos tibetanos. Desde hace siglos los pueblos situados a las afueras de Tongren son célebres por la creación de los mejores thangkas (tipo de arte sagrado tibetano). En el monasterio Wútún Sì todos los monjes son artistas reconocidos que reciben encargos desde Lhasa y se pueden comprar los thangkas directamente del artista, aunque los precios son altos. Los habitantes de Tongren son una mezcla de tibetanos y tûs.


Aquí no tenemos reserva de hotel y como es una ciudad relativamente pequeña y con poco turismo, pues no hay mucha oferta hotelera. Para no tener sorpresas nos dirigimos al que recomienda la guía LP como habitaciones amplias y limpias. Llegamos al hotel Tongren Holiday (238 Y, habitación doble) y lo primero es saber si tienen habitaciones para esos dos días. La chica de recepción no habla nada de ingles y como podemos entre gestos nos hacemos entender sobre el precio y sobre las noches, pero empieza a explicarnos en chino algo que después de un buen rato dedujimos que era esto: primero, que la habitación había que reservarla día a día y segundo, que le pagáramos la habitación más una fianza. Que esto dicho así parece muy fácil pero, cuando no entiendes ni una palabra de lo que te dicen puede ser muy desalentador.

En lo referente al hotel, las habitaciones si que eran amplias pero lo que se dice limpias, podríamos discutirlo ampliamente con los editores de la Lonely Planet. Como no había mucho donde elegir y más vale malo conocido que “ciento volando” o algo así, dejamos nuestras cosas y salimos a buscar un sitio para comer. Finalmente, tras andar toda la calle principal acabamos en el restaurante Rebkong Teahouse de especialidades tibetanas. No comimos mal pero por aquel lugar hacia años que no pasaba el mayordomo de la tele, pero estábamos demasiado hambrientos como para fijarnos en esas cosas (comida, 85 Y).

Después de comer fuimos andando hasta el principal monasterio de la ciudad el Rongwo Gonchen Gompa (Lóngwù Sì, en tibetano).



Es un laberinto de más de 1300 capillas restauradas y residencias de monjes. Aquí residen más de 500 monjes que por la mañana participan en animados debates en los que se baten palmas en el patio de la sala de Bodhisattva Manjusri. Nosotros entramos al monasterio pasadas las 16:30 y estuvimos más de una hora recorriendo las diferentes salas del monasterio, aunque suele cerrar a las 17:30 como ya estábamos dentro nadie nos dijo nada, pero encontramos algunos edificios cerrados. Así que pudimos deambular tranquilamente con la única compañía de los monjes que a esas horas están preparando las ofrendas junto con sus ayudantes que son familias que viven dentro del monasterio.




Cuando nos cansamos de dar vueltas por el recinto bajamos hacia la ciudad por la carretera que sube al monasterio que esta flanqueada de tiendas de productos específicos para los monjes y los peregrinos. Más abajo hay un mercado de frutas, verduras y carnes que estaba muy animado y donde pudimos comprar dos tajadas de sandia muy rica (2Y).



Mientras que bajábamos al hotel vimos que la calle estaba muy animada y la mayoría de los restaurantes habían montado terrazas en la calle y algunos de ellos con barbacoas de carbón y hacían pinchos de todo tipo de carnes y verduras. Por lo que, decidimos que cenaríamos en una de ellas.

Hacia las 20:30 fuimos a cenar a un restaurante con barbacoa muy cercano a nuestro hotel donde elegías tú los pinchos y te los colocabas en un plato y luego ellos te los preparaban, en total cogimos 12 entre verdura y carne (total cena 43 Y, 6,5 €) y al pedir la cerveza en chino me dicen que sólo tienen barriles de 1,5 l, así que ese fue el que pedimos y esa noche entre la cervecita y el cansancio del viaje dormimos de un tirón sin importarnos lo duras que están aquí las camas.

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